domingo, 24 de marzo de 2013

Pausar y apreciar lo cotidiano.


Vivimos en un mundo de locos, y parece que hemos olvidado que de vez en cuando hay que reposar, dejarse llevar por la belleza de lo que nos rodea,  por la naturaleza, o simplemente de “perder el tiempo”.

Una de las cosas que siempre me ha atraído de la cultura japonesa es como aún entre la monotonía, los agobios y las presiones de la vida moderna, aún conservan tradiciones que conllevan un proceso lento y lleno de detalles, o el amor por la naturaleza . Por ejemplo, con los cerezos en flor el país se convierte en una fiesta.


O el caso del único pino superviviente del tsunami de hace dos años, el cual al morir ha sido inmortalizado en resina. Este modelo artificial ha sido instalado donde estuvo el original  para recordar la resistencia y la supervivencia ante las catástrofes.

Hay una meticulosidad, una apreciación de los detalles como la forma de ponerse el kimono, o el orden de los trazos al escribir, que hemos perdido en el mundo Occidental. Nos importa el resultado antes que el proceso, y es entonces cuando perdemos parte del aprendizaje a la hora de realizar cualquier tarea.

Quizá sería bueno para nosotros detenernos de vez en cuando y dedicar más tiempo y meticulosidad a algunas de nuestras tareas cotidianas. A mí, personalmente, hacerlo me relaja bastante.


Nuestra mente nos los agradecerá. Porque en esos momentos, en la simpleza de simplemente detenerse 10 segundos a mirar el cielo al atardecer cuando salimos del metro, es donde encontramos la felicidad.   

3 comentarios:

manolo dijo...

Unos Pensamientos muy buenos.
Y sería muy beneficiosos, si lo lleváramos a cabo.
Y me has recordado, cuando vi el Valle del Jerte (Extremadura) con sus cerezos florido. Precioso.
Saludos, manolo
marinosinbarco.blogspot.com.es

cirugia plastica dijo...

Es realmente bella la reflexión y las letras que dan cuerpo a ésta.
Mi más sincera enhorabuena.
Besos

Mar dijo...

Muy cierto, ojalá lo pusiéramos más en práctica :) Un beso!